domingo, 14 de junio de 2009

SEMANA SANTA

VILLAHERMOSA, ANTIGUA
1930 – 1950
(LEGADO A LA ACTUALIDAD)
Antonio Vidal Cruz

Semana Santa

Aprovecho la ocasión para dar a conocer las vivencias en la época de referencia, cuando cada año llegaba la cuaresma, sobretodo la última semana que se le conocía como Semana Santa, ahora ya moderna la conocemos como Semana Mayor.

Las celebraciones de esta historia clerical se reanudan después de la caída del régimen garridista, pues del conocimiento general es que en Tabasco el mandatario Tomás Garrido Canabal suspendió toda actividad de la religión católica, cerrando las iglesias y algunas mandó a quemar, tal fue el caso de La Catedral de Tabasco del Señor de Esquipulas, que se ubicaba donde ahora está el parque al General José María Morelos y Pavón en la avenida 27 de Febrero esquina con Rayón. Había quienes con fe la profesaban en secreto, porque toda persona que fuera sorprendida en tal práctica, recibía una severa sanción.

Era como la ley que decretó el Rey Darío “que todo aquel que orara hacia el cielo, sería echado a los leones hambrientos”. Cotidianamente al mediodía, Daniel oraba a Dios y la gente mala lo delató ante el Rey; éste lo mandó a buscar y como Daniel no lo negó fue echado a los leones, pero nada le pasó, luego fue tirado al horno y también salió librado, todo por el poder de Dios.

Y así la gente en Tabasco no podía decir ni un simple “adiós” por eso se adoptó la popular práctica del “adiú”.

Tras concluir la prohibición a la creencia católica y cuando pasó algún tiempo del fin garridista, llegó a Tabasco un obispo invitado por una familia para que visitara su domicilio particular, ubicado en 27 de Febrero cerca de la Plazuela del Águila, y a donde invitaban a familiares y amistades para escuchar la misa que ahí se oficiaba. Luego, el propietario de un terreno (en la calle Manuel Doblado, entre M. Bruno y Ocampo que después ocuparían las religiosas para un colegio), donó una fracción para que en ese sitio se construyera un templo y fue así como algunos se cooperaron y levantaron una choza techada de guano, que los mismos católicos llamaron “El Jacalito”, donde se acondicionó el altar, el curato y demás necesidades propias para tal fin.

Por cierto, ahí había un sacristán a quien le decían Juan Curita, que después de estudiar se convirtió en abogado. Otro sacristán muy conocido fue Tano Dives. A principios de la década de 1940, este templo pasó al domicilio de 27 de febrero esquina con Paseo Tabasco, lugar en el que construyeron una choza de guano, similar a la del jacalito, con la diferencia que era más amplia porque el lugar lo permitió; pero quizás en el transcurso de tres años, en una celebración del aniversario del Señor de Tabasco, como era costumbre soltar voladores, uno de ellos se desvió y se incrustó en el techo de guano y aquello fue un polvorín, ardió, el fuego se propagó de inmediato a la choza, convirtiéndose todo en ceniza.

Después se construyó de nuevo, pero ya no con techo de guano sino que en esa ocasión utilizaron tejas de asbesto.

En aquél entonces, en la Semana Santa -ahora de forma moderna conocida como Semana Mayor- sólo se suspendía el trabajo el jueves a las 12 del día y se reanudaban labores el sábado, también hasta las 12 horas, cuando en ese momento se rompía gloria de acuerdo a la práctica de la iglesia católica, que al decir, era la resurrección del Señor Jesucristo.

En esa época, todos cumplían con su compromiso laboral, solo suspendían jueves y viernes, no así quienes no podían dejar de trabajar, como los choferes, operadores de máquinas de los servicios públicos como el suministro de agua, entre otros.

Entonces la jornada de trabajo semanal era de lunes a sábado, no había las famosas vacaciones de semana mayor, porque eso es una celebración religiosa, sobretodo católica y por tal motivo no está amparada en la Ley Federal de Trabajo. Ahora la semana laboral es de lunes a viernes, porque aunque somos mexicanos, adoptamos la práctica “inglesa” ya que así nos conviene, porque siempre estamos puestos a todo lo que sea cobrar sin trabajar.

De la vigilia, antes podía uno darse ese lujo, porque había tortuga, hicotea, robalo, pejelagarto, castarrica, tenguayaca, pochitoque y demás especies.

Y todos respetaban el mito católico que de jueves a sábado en los domicilios no se golpeaba ni se barría, porque a decir de los curas al hacerlo se lastimaba el rostro del Señor; las mujeres iban a la iglesia vestidas de luto, no se escuchaba música que no fuera sacra. Pero en la actualidad, no sólo dejan de asistir a la iglesia, sino en lugar de luto, lucen en las playas diminutas prendas de vestir, dejando al descubierto el 99 ciento de su estructura corporal (algunas hasta con hilo dental) y además escuchan música moderna con un ruido infernal.

Tiempos aquellos que no volverán.

Del Baúl

A invitación de una hermana de mi papá, a principios de la década de 1930 mis padres, mis hermanos y yo viajamos a Tampico, Tamaulipas, en una canoa campechana de nombre Yalton y en esa ciudad conocieron a un matrimonio de tabasqueños, a don Abel Cadena y doña Zoila Cadena -no de Cadena-. El primero, originario de Pueblo Nuevo de las Raíces, y su esposa del municipio de Huimanguillo. Mis padres aprovecharon para bautizarme en aquella ciudad (con los Cadena como padrinos), dado que en Tabasco estaba prohibido por el Gobernador Garrido. Así estaban las cosas. (Diario de la Tarde. Abril 08/2009).

Por lo pronto hasta aquí.

Comentarios: vhsa_antigua@hotmail.com










































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