domingo, 14 de junio de 2009

COLONIA MAYITO

VILLAHERMOSA ANTIGUA
1930 – 1950
(Legado a la actualidad)

Antonio Vidal Cruz

COLONIA MAYITO

Con el recuerdo de lo que antes se denominaba ‘Mayito’ a secas, sigo dando a conocer lo que viví, llevando la secuencia del rumbo de Villahermosa, después de haber narrado el recorrido de la calle Melchor Ocampo.

Por circunstancias de la fecha en que se celebra el carnaval, hice un paréntesis para dar a conocer lo bello de esas fiestas en aquella inolvidable época.

Pues bien, esta colonia fue fundada por Don Antonio Rullán Ferrer, en honor a su fábrica de jabón “Mayito”, que reunía a un gran número de obreros. Don Antonio era propietario de un inmenso terreno y decidió donar lotes para sus trabajadores, con el solo compromiso que cada quien tramitara su escritura.
Así se formó lo que ahora es la Colonia Mayito y su calle principal lleva el nombre de don Antonio, en reconocimiento al donador.

También dejó espacio para una escuela, que construyeron de madera y se ubicaba frente a lo que hoy es la iglesia católica del Señor de Tila. Con el tiempo desapareció, pero después el licenciado Carlos A. Madrazo la sustituyó por la escuela “Lic. Adolfo López Mateos”, en la calle Ocampo, donde comienza la calle Rullán Ferrer. Luego la reubicaron junto al parque “Lic. Manuel Sánchez Mármol”, conocido como “La Pólvora”, donde actualmente permanece.

De las colonias “Tulipanes” y “Municipal”, por lo pronto sólo comentaré que la primera era una laguna que se conocía como “Laguna de Mayito” y la segunda era “El Arenal”, que fue la laguna de “La Pólvora”, pero rellenada cuando a finales de 1930 se dragó el río Grijalva. Toda esa descarga se vació en la laguna de La Pólvora, quedando ese espacio como “El Arenal”.

A mediados de los años 50 siendo alcalde don José Guimod Caballero donó ese terreno a los empleados el ayuntamiento, denominándola “Colonia Municipal Constitución 1917”.

Lo mismo sucedió con la colonia Tulipanes, interviniendo el Ing. Leandro Rovirosa Wade, quien ordenó el dragado de esa parte del río para rellenar ese lado que todavía quedaba.
La laguna fue dividida por un camellón que se construyó de Ocampo a donde hoy está la calle León Alejo Torres, para que los vecinos tuvieran libre acceso para entrar a la calle Mayito.
Al comienzo de esta calle, esquina con Ocampo, vivía Salvadora Rullán (hija de don Antonio) que era pianista. De manera cortes, tocaba el órgano en la iglesia de la Purísima Concepción -La Conchita-.

De ese punto seguía el camellón, cuyo recorrido era a través de la laguna que lo circundaba y terminaba donde ahora está la calle León Alejo. Frente a ese lugar estaba la primera casa, la de don Juan Méndez, talabartero en la fábrica Mayito. En su domicilio instaló un taller para hacer artículos de piel y daba servicio a sus amigos fabricando cinturones, carteras, vainas (fundas) para machetes, entre otros.
En ese solar tenía un patio a manera de península (rodeada por la laguna) con árboles de mangos criollos y que los chamacos del rumbo llegábamos a cosechar porque don Juan lo permitía.
La popularidad del maestro era tal que el día 24 de junio llegábamos los chamacos a ofrecerles las clásicas carreras de caballitos (hechos de varas de arbustos y le dotábamos de un trozo del mismo tallo haciendo el hocico y las orejas semejando la cabecita) a los que montábamos y corríamos gritando y cantando “Viva San Juan y San Pedro y Santa Isabel en su pueblo”; y después nos premiaba con pozol y dulces.

Eso era a las doce del día, y a las cinco de la tarde llegaba la gente grande con caballos verdaderos para competir de Ocampo hasta la casa de don Juan por todo el camellón.
Adelante, frente donde ahora está la iglesia católica, vivía la familia Castro Vidal. Uno de sus miembros es –porque todavía vive- Rufo Castro Vidal, poeta, autor de “Amanecer de mi tierra”. Cerca de ahí, don Honorato Barrueta, quien en el patio de su casa tenía un pozo de donde sacaba agua y vendía a las familias del centro de la ciudad en latas de 20 litros que transportaba en un caballo provisto de un aparejo; junto vivía Antonio Galicia, dedicado al curtido de pieles.

Don Samuel Beaurregard, vivía en lo que hoy llaman Callejón de Aguadores, porque al frente de su casa también tenía un pozo y al igual que don Honorato comercializaba el agua. Al fondo de esta entrada se ubicaba una quinta, donde hacía una península porque estaba rodeada por la laguna y existía una pequeña hacienda de café propiedad de mi tío Víctor Torre Vidal.
Donde actualmente está el parque, se encontraba una loma y en la parte de arriba una planada a manera de parque recreativo, ya cerca para la salida a 27 de Febrero. En la esquina con Joaquín Pedrero –que entonces no se llamaba así- había una quinta grande y en la esquina de enfrente, una casa de madera tipo oeste, del famoso nagatero –carnicero- Pancho “la muerte”.

DEL BAÚL

En la calle Mayito había una familia que tenía un taller donde fabricaba cajas de madera de aproximadamente un metro ancho por sesenta centímetros de fondo y sesenta de alto, y con una tapa en la parte superior, forrada de lámina brillante y decorada en línea serpenteada de arriba hacia abajo con colores alternados, rojo con azul o verde. La tapa no era comba sino plana. Los sábados, a eso de las cuatro de la tarde las llevaba a vender con don Justo Maltrana o a la Casa Mena, ambos establecidos en la calle Madero.

Por lo pronto hasta aquí… (Diario de la Tarde. Marzo 19/2009).

Comentarios: vhsa_antigua@hotmail.com

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