domingo, 14 de junio de 2009

PLAZA DE ARMAS (III Y ULTIMA)

Villahermosa Antigua
1930 – 1950
(Legado a la actualidad)
Antonio Vidal Cruz

Plaza de Armas
(III y última)

Continuando con las actividades de Plaza de Armas:
En el tiempo de referencia, para los días festivos como 27 de Febrero, uno de Mayo, 16 de Septiembre y 20 de Noviembre, se realizaban celebraciones con desfiles cívicos, donde participaban los alumnos de los diferentes niveles educativos y en algunos casos la Policía Preventiva y el Ejército, como el Batallón de Infantería número 47.

Estos desfiles rompían fila en la calle Independencia después de pasar frente a Palacio de Gobierno y saludar al Señor Gobernador y sus colaboradores, quienes se encontraban en los balcones.

Para entonces ya eran como las diez de la mañana, pero en Plaza de Armas los ciudadanos estaban desde temprano –como a las ocho - y la banda de música del Gobierno del Estado llegaba a las nueve y se instalaba en el kiosko para darle al ambiente un toque especial, amenizando melodías propias de la ocasión, tales como Adelita, La Marcha de Zacatecas, Mis Blancas Mariposas, Tardes de Tabasco, Tristezas Tabaqueñas y así la gente pasaba un buen rato despreocupada de sus problemas.

Adornaban la plaza con guías de banderitas de papel de china hechas con llamativos colores y los venteros también eran parte del ambiente, ofreciendo sus productos como: budín, merengues, suspiros –un merengue en forma cónica de abajo hacia arriba, sobre una galleta maría- pelonas, nuégados y demás. Otros también vendían coloraditos –hoy le dicen raspados-.

Los chamacos aprovechábamos para vender publicaciones como “El Cancionero” que editaba el periodista Ramón Salvador Soler Cruz, -El Indio Soler- y recuerdo un periódico tamaño oficio en papel bond, “La Verdad”, del periodista Luis C. Márquez. En fin, esos tiempos los quisiéramos cuando menos una vez por año.

Al desaparecer el kiosco, los concesionarios de los locales que tenían ocupados para refresquerías, fueron reubicados en igual número de espacios y para ello las autoridades municipales destinaron cuatro jardineras, en las que instalaron sus puestos y mesas para clientes, dejando la mitad de cada jardín libre y la otra con piso de cemento para el servicio de cada refresquería.

A principio de la década de 1940, el General Manuel Ávila Camacho declaró a México “País Patriótico” y giró instrucciones a todos los gobernadores de los Estados, para que construyeran un monumento a la bandera nacional en cada plaza principal de sus entidades y aquí en Tabasco el Gobernador Noé de la Flor Casanova ordenó su construcción.

Para ello se demolió el kiosco de Plaza de Armas y en su lugar se erigió el mencionado monumento, porque así fueron las instrucciones del Presidente Ávila. En Villahermosa, consistía en tres paredes gruesas como de 80 centímetros de grueso y dos metros de alto en forma de aleta y triangular como aspas; sobre ella otras más delgadas y después otras formando tres niveles, y del tercer nivel se sostenía el asta bandera.

Al pie del monumento quedó un amplio espacio en relieve del piso de la plaza que los chamacos de la época aprovechamos como pista de patinaje y formamos un equipo de patinadores. Utilizamos patines marca ‘Torrington’, con ruedas sobre balines de los que cuando se rompía uno, con el otro improvisábamos un patín del diablo, armado con dos tablas en forma de L y un mango en la parte delantera y superior para sujetarse.

El equipo lo formamos los siguientes chamacos: Fernando González Mandujano, Fernandón, hijo de la maestra Carmita Mandujano, propietaria de la academia de taquimecanografía “Juan T. González”, que se ubicaba en la calle Vicente Guerrero esquina con la calle que estaba frente a Palacio Municipal; Rodolfo Nieto Padrón, hijo del dentista doctor Rodolfo Nieto Bastar, que vivía en la calle Aldama, casi esquina con Lerdo, junto a la casa del Coronel César A. Rojas Contreras –El Chelo Rojas-; Jaime Priego, que vivía frente a la Plaza, en la calle Independencia junto a la Casa de Piedra y su papá era ganadero; otro que conocíamos como Loloíto, hijo de don Francisco González, que vivía en Vázquez Norte y tenía un negocio en la misma calle esquina con la Plazuela Pasteur, lo que ahora es el estacionamiento de gobierno que está frente a la calle Juárez, llamado Café SurMex.

Otro que patinaba con nosotros era quien conocíamos como “Calaverita”, sobrino del licenciado Demófilo Pedrero, que tenía su despacho y vivienda en la calle Vicente Guerrero, a un costado de Palacio de Gobierno. Por supuesto también patinaba quien esto escribe, hijo del maestro ebanista José María Vidal Estrada, con domicilio en la calle Melchor Ocampo, cerca del Paso “El Centenario” y donde ahora está Paseo Tabasco.

En esa época, la vida de Plaza de Armas era tranquila, nunca hubo plantones, huelgas de hambre, protestas, ni siquiera un loco desperdigado, todo transcurría apacible y el pueblo tenía un comportamiento sano y hoy lo añoramos.

DEL BAÚL:
La llorona en calzoncillo

En la época del gobierno garridista se estiló la aparición nocturna de “La Llorona” en algún rumbo de la ciudad. Una salía en la calle Doña Marina, hoy Doña Fidencia, pero un día los vecinos se unieron armándose de valor y atraparon a “la llorona” y fue entregada a la policía. Se supo entonces que era un hombre y luego el Gobernador Tomás Garrido ordenó que al día siguiente lo pasearan en calzoncillo a las cinco de la tarde alrededor de Plaza de Armas, arriba de un carretón –carreta grande de tracción animal- según para escarmiento y que aprendiera a respetar a la sociedad.

Por lo pronto hasta aquí.

Comentarios: vhsa_antigua@hotmail.com

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