domingo, 14 de junio de 2009

MERCADO "CORONEL GREGORIO MENDEZ MAGAÑA"

Villahermosa, Antigua
1930 -1950
(Legado a la Actualidad)
Antonio Vidal Cruz

Mercado “Coronel Gregorio Méndez”

El mercado Coronel Gregorio Méndez Magaña estaba ubicado estratégicamente en el corazón de nuestra ciudad. Era el único, porque el mercado “Lic. José María Pino Suárez” lo activaron a finales de la década de los años 30, porque Tomás Garrido Canabal usaba ese edificio como cuartel de resistencia para las estrategias políticas, así como había otro donde se reunía con sus amigos y colaboradores más cercanos, que se encontraba junto al Palacio Municipal, frente a Plaza de Armas.

El mercado estaba rodeado por las calles Vicente Guerrero, Rafael Martínez de Escobar y Constitución -hoy avenida 27 de Febrero-. De la calle Juárez sólo lo separaba una propiedad particular de Don Leandro Vidal Priego.

Contaba con tres puertas por la fachada que estaba por la calle de Vicente Guerrero, dos por Martínez de Escobar y dos por la calle Constitución, lo que hoy es 27 de Febrero.

Para que se entienda la forma en que los locales estaban distribuidos en el mercado – conocidos como ‘puestos’-, le comento lo siguiente: en la fachada que daba a la parte de Vicente Guerrero, en la banqueta con Martínez de Escobar, se encontraba “El Xochitl”, cuyo propietario fue Don Samuel Mendoza Barrientos, hombre de carácter noble, que tenía como encargado del negocio a una persona de su entera confianza, Fernando Arévalo de la Cruz, así como a Policarpo -Polón- Hernández y a Alfonso Rodríguez.

Ahí también trabajaba un sobrino de Don Samuel. Cuando el señor Mendoza compró una casa frente a dicho puesto la convirtió en refresquería, nevería y fuente de soda, el mismo ramo que tenía de actividades en el puesto del mercado.

Luego, entre la primera y segunda puerta, estaba un puesto que vendía skimos que preparaban con batidora eléctrica, cabezona a las que le ensamblaban un vaso de aluminio y preparaban con leche, hielo raspado y esencia de vainilla o de fresa. Para el otro espacio de la segunda a la tercera puerta, había un puesto donde vendían panuchos y churros.

En la esquina de Constitución –ahora 27 de Febrero- y Vicente Guerrero estaba otro puesto. Su propietario era originario del interior del país y vendía artículos de piel, como cinturones billeteras, monederos, llaveros y otras prendas similares.

Para la parte lateral en la calle Constitución estaba también sobre la banqueta otro puesto de refresquería con el nombre de “La Bamba”. Todos estos puestos eran fijos.

Ahora bien, por la calle Martínez de Escobar y junto a la puerta de en medio, sobre la banqueta, se encontraba un puesto semifijo, que lo sacaban a esos de las cinco de la mañana y lo retiraban a más tardar a la una de la tarde. El puesto era del papá de Ciro Morales, - taquero popularmente conocido - por cierto con él aprendió Ciro Morales el oficio de elaborar tacos; en ese puesto se expendían sabrosos tacos de guisados tabasqueños, como chicharrón, salpicón, soberbio, estofado y otros, así como la insuperable horchata, elaborada de arroz, vainilla y canela, lo que hacía la mejor delicia al paladar más exigente.

Al igual que todos los mercados, este “Gregorio Méndez” también estaba compuesto de diversos tipos de comerciantes para facilitar que el público consumidor se surtiera de todo lo necesario para el consumo diario de la familia. Nada más que tenía un detalle en particular que al fondo -tomando como referencia el frente de la calle Vicente Guerrero- tenía una pared que separaba a una área de doce metros, con acceso por cada lado del mercado. En ese espacio estaban los puestos de comida, -cocinas- y a la parte con límites a la propiedad particular que da a la calle Juárez, estaba una especie de bajada donde tiraban las aguas de desechos; en esta parte existía una puerta de cada lado, sea por Martínez de Escobar o por Constitución -ahora 27 de Febrero- para entrada y salida de la gente.

En el espacio principal de las puertas sobre Vicente Guerrero, entrando por la que estaba esquina con Martínez de Escobar, se apreciaba la mercería Moderna de Don Enrique Jiménez Pérez, por ese mismo lado, a la derecha del mercado, habían tres puestos de abarrotes, hasta la puerta lateral sobre Martínez de Escobar y luego estaba el Café Tupinamba, propiedad de un señor de nombre José –no recuerdo el apellido-. Luego un puesto de comida, creo que era de un señor de apellido Ramírez conocido como “Rancho Grande”; por la puerta del centro, al entrar a la derecha, estaba un puesto de abarrotes de Régulo Andrade Andrade, conocido por el “perro” por tener la ocurrencia de sorprender por la parte trasera a las personas y apretarles las piernas soltando un ladrido.

En el lado izquierdo estaba el expendio de pan de los hermanos Pinzón, que estaba en la esquina de la calle Libertad -hoy Venustiano Carranza- productos famosos por su buena calidad y exquisito sabor y por la tercera puerta casi esquina con Constitución, varios puestos de abarrotes.

Al centro del espacio de lo que se conoce en los mercados, estaban los más conocidos como: El Baluarte, de Antonio Hernández Falcón, a quien se le identificaba por el sobrenombre de “Gallinita”, junto a ese local estaba una molienda de café “El momento” cuyo comercial decía “ahorita voy al momento, voy a comprar mi café”. El propietario era Mario Peralta Wade.

Otro que tenía su mercería con el rótulo de “El Cielo” fue Don Cayetano Martín Bolio, papá de la amiga, estimada por todos, Villahermosa Martín y abuelo de los destacados periodistas Jorge y Rafael Núñez Martín. Quien también tenía un expendio, pero de carne de cerdo salada, manteca y longaniza era un Señor de apellido Herrera, padre de Doña Elsa Herrera y abuelo de los notables Juan José y Armando Padilla Herrera, el primero periodista y el segundo arquitecto y político.

Para la pared que separaba a la parte de las cocinas, estaban quienes expendían carne de res fresca, en cuyos puestos, al atardecer otros locatarios los utilizaban para la venta de tacos y cochinita horneada.

Los que vendían carne de cerdo natural, tenían sus puestos espaciados de ellos. Los más sobresalientes fueron conocidos por los apodos de El Tortugo, Bolina, -este de carácter violento- entre otros. En uno de los puestos que ya terminaba sus actividades, a eso de las diez de la mañana, llegaba Herminio Díaz -conocido como- “Lamparilla” que vendía tacos, panuchos y cochinita horneada.
Así era la actividad en el mercado Gregorio Méndez que fue demolido para dar paso a un pequeño parque con una fuente.

Comentarios:
vhsa_antigua@hotmail.com

No hay comentarios:

Publicar un comentario